Mercedes Gallizo, Secretaria General de Instituciones Penitenciarias, acudió a la inauguración de las Jornadas "Cárcel espejo de la sociedad" organizadas en Salamanca por colectivos vinculados de una forma u otra a la cárcel de Topas (ADSIS, Comité Antisida, Cáritas, Cruz Roja...). Con el ánimo de denunciar la situación actual de las prisiones, y evitar que esta mujer pudiera hacer su propaganda impunemente, acudimos una treintena de solidarios a la charla.
Acompañada por el antiguo director de Topas, y de la actual directora, Mercedes se dispuso a soltar su discurso. Aguantamos una soporífera hora y media de monólogo, que acabó con una larga enumeración de todas las maravillosas propuestas y cambios que, según ella, van a llevar a cabo. Si creyéramos su discurso, uno saldría convencido de que gracias a su maravillosa gestión la cárcel se va a convertir por arte de magia en un lugar maravilloso, donde los toxicómanos se rehabilitan, los enfermos mentales tienen adecuado tratamiento asistidos por una cohorte de sicólogos y siquiatras, donde los presos disfrutan de instalaciones deportivas, pueden trabajar, y se convierten durante su estancia en honorables ciudadanos repetuosos de la ley.
Sabemos que no es así, que la cárcel es un basurero, que es una escuela de delincuentes, un caldo de enfermedades mentales, donde la droga es introducida por los mismos carceleros para controlarlas, donde las palizas, el aislamiento y las amenazas son el método que se utiliza para "rehabilitar". Sabemos que en ellas se recluye a los enfermos mentales, toxicómanos, inmigrantes y muchos otros cuyo mayor delito ha sido robar o hacer de correo para los narcos para poder comer. Sabemos que sin privilegios no hay delitos, que las cárceles solo son necesarias en una sociedad enferma y capitalista como ésta. Todo esto lo hicimos saber, primero en las intervenciones (rápidamente cortadas), luego a voces en la sala, y finalmente fuera de la facultad con pancarta y panfletos sobre la cárcel en general y también sobre la situación del compañero Amadeu Casellas.
La nota graciosa la pusieron un par de carceleros, que se encararon a nosotras, empeñados en que les llamáramos "funcionarios de prisiones", y a los que gritamos todo lo que los presos desearían decirles.
http://www.lahaine.org/index.php?p=40758
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